Juro que hay momentos en los que piensas que nos están gastando una broma con cámara oculta; que el circo ha llegado a la ciudad, escapando sus animales más dispares de las jaulas; o que a los bufones de palacio el alcohol y polvo blanco se les ha ido de las manos. Todavía se dejaba ver restos de ese blanco en el moquillo de la nariz de alguno de ellos.
Estos breves segundos que grabo no son nada con el surrealismo con el que nos vemos obligados a lidiar, en este caso, a la salida de una discoteca.

Entremezclando patrullajes nocturnos y perros, os cuento que ayer tarde me sentí en la obligación de dar una explicación medianamente convincente sobre un tema que ni yo ni mis compañeros tenemos nada claro. Se trata de las competencias en una área urbana que pertenece a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE): el Soto inundable del Ebro.
Empecé a tener claro que mi vida había cambiado hace unos meses. No sé si culparme por ello, o buscar esa desdichada responsabilidad en terceros. Lo más acertado es pensar que las culpas y responsabilidades van divididas en determinados porcentajes; y que a vosotros, queridos lectores y Amigos, os toca buena parte 😉