Pero quienes constituimos los servicios de emergencias en la noche -policías, ambulancias, médicos y enfermeros de Urgencias-, sabemos que escenas como la de esta noche son frecuentes cada fin de semana.
Y muchos, como el que suscribe, consideramos un abuso y mal empleo de los medios materiales y humanos que entre todos se pagan con impuestos.
Caer ebrio en la vía pública no es un accidente fortuito. Y lo que hay detrás es: preocupación de viandantes, llamada al 112, movilización de unidad de ambulancia y policía local, traslado a Urgencias de hospital San Pedro, material a limpiar en la ambulancia, ocupación de un cajón de urgencias, personal sanitario, material de enfermería, aviso por parte del hospital a la familia, limpieza material enfermería, registro de datos informáticos, etc.
Todo gratis. No es un accidente.
En casos como el que ahora veis en la foto, se trata de un joven de 22 años. Después de haberse congregado 5 vecinos «preocupados» y estar en apariencia profundamente ebrio, casi cadáver, a la llegada de la ambulancia se despertó y se fue caminando. La calle estaba a oscuras debido a un apagón momentáneo, ¿y si sucede un atropello como el ocurrido en el puente de hierro hace unos años?.
Pues la policía no denuncia ni ese peligro, ni el hecho que se hubiera meado en vía pública y pantalones. Tampoco lo hacemos con las vomitonas, «qué pobres». Tampoco se denuncia el empleo innecesario de recursos que cuestan dinero o pérdida de efectivos para otras tareas o llamadas DE EMERGENCIA. Ni por supuesto se cobra, por mucho que a todos nos suban el IVA, el gasto producido por los irresponsables.
Minutos antes se intervino con un chico de 15 años asistido por dos colegas de 13. El SOS rioja negó la ambulancia porque su estado no lo consideraron grave. Nos envían a nosotros. Llegamos, vemos, son menores, saben apañarse solos pero no podemos dejarles, sus padres al menos deben saberlo. Eso hacemos. Al final, el rato con ellos es agradable. Se llevan al joven y seguimos ruta.
No siempre se dispone de tiempo para atender con paciencia. Las llamadas entran en la sala 092 y al compañero se le eriza el pelo si las patrullas no le somos útiles.
Si a un competidor deportivo se le exige un seguro privado de accidentes, a un templario de barra libre o botellón colectivo debieran exigirle lo propio.
Vaya asombro con estas escenas, se percibe en la cara de aquellos que alternan poco en la noche. Y eso que la crisis también hizo efecto: menos borracheras, menos droga y menos peleas. Pero la movilización de recursos y el gasto público ocasionado «por suerte» sigue siendo a cuenta de todos.
Un saludo a tod@s! 😉
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